Crónica de Deep Purple en Madrid: una banda incombustible por la que cuesta que pase el tiempo

Ian Gillan y compañía nos regalan un show inigualable en el Parque Tierno Galván

Tiempo de lectura: 2’

Qué gusto da ir a eventos como el Alma Festival y más cuando vas a ver a Deep Purple. Si algo hay que decir del evento es que, además de tener un aforo razonable en el que disfrutar de un concierto y poder respirar al mismo tiempo, se escucha muy bien. Para gozar de Ian Gillan y compañía con todos los matices que tienen que ofrecer, es un verdadero placer.

Deep Purple se encuentran presentando el que será su próximo disco, '=1', el 23º de su discografía y, a estas alturas, tienen poco que demostrar. Es complicado, después de más de una veintena de trabajos, que tus temas funcionen. Y, sinceramente, no sabemos cómo encajará el disco en ventas, pero sus canciones, en directo, se funden a la perfección con el resto de la discografía de los ingleses.

Desde un glorioso comienzo con “Highway Star” hasta el apoteósico final de “Black Night”, la banda demostró haberse adaptado muy bien a las circunstancias. Ian Paice, Roger Glover y su nueva incorporación, Simon McBride, están impecables. Sin embargo, si alguien ha brillado en este concierto, ese ha sido Don Airey, teclista de la banda, que igual te hace un solo que se toma un chupito en el escenario, todo mientras es la base melódica de un conjunto que suena increíblemente bien. Se nota la veteranía en el mejor de los sentidos.

Ian Gillan, que parece Sansón, habiéndose dejado crecer de nuevo la melena y recuperado sus fuerzas, cantó con una solidez admirable teniendo en cuenta que tiene la friolera de 78 años. Quien vuelca la tinta sobre esta hoja virtual sabe que se repite mucho cuando dice esto, pero, por favor, ojalá estar así a su edad. Es más, cualquiera de nosotros firmaría estar la mitad de bien. El cantante ha encontrado una dinámica en la que se siente cómodo, con sus debidos descansos para poder afrontar las casi dos horas de show, pero sin perder la sonrisa, la conexión con el público ni, lo más importante, la voz en ningún momento.

Otros que parecían hablar, pero con sus instrumentos, fueron Airey y McBride que, en algunos intercambios, nos hacían quedarnos estupefactos con su química. Si tuvieran 20 años diríamos que es algo espontáneo, pero, a estas alturas y con su trayectoria, estos músicos no es que la tengan, es que la fabrican.

Olía a “hash” en “Hush”, para qué mentir. Quizás a algún veterano asistente le dio por revivir los años de su juventud, y qué le vamos a decir, si parecía que los miembros de la banda también estaban empeñados en ello, al menos a nivel musical. Si el sonido del Alma fue impecable, la actuación no estuvo por detrás. Y qué gran repertorio.

Obviamente, tampoco faltó el tema más manido de la historia del rock, “Smoke on the Water”. Sí, lo hemos escuchado hasta el hartazgo, pero cuando suena en directo es imposible no venirse arriba incluso aunque la guitarra no la esté tocando Ritchie Blackmore.

Deep Purple ya lo hacían el año pasado en Cartagena y este año repiten. Son incombustibles, son poderosos, son un resquicio, quizás, de algo que ya casi parece no existir. Larga vida a esta banda: todos los que han venido, vienen y vendrán detrás, tienen un listón muy alto que alcanzar.

RockFM