Crónica de la primera noche de Metallica en el Metropolitano de Madrid: mucho más que fuego

Los de San Francisco nos regalan increíbles sensaciones en su primera fecha en Madrid
Cordon Press

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Se me olvida lo que se siente a ver a Metallica hasta que vuelvo a verles y salgo sin voz y con agujetas del estadio. Los de San Francisco volvían a la capital de España para ofrecer la primera de dos fechas de su gira “M72”. La ocasión era de lo más especial, puesto que configurarían un repertorio en el que faltarían temas por aquello de su “No Repeat Weekend”. Vaya, que las que tocaran el viernes no las van a tocar el domingo.

Esto, sin embargo, como se expondrá en las siguientes líneas, es una ocasión perfecta para regalarnos algunas joyas y, sobre todo, un momento para que los más cafeteros disfrutemos de este maravilloso café con sabor a metal y fuego que son los de James y Lars.

Con un escenario circular y una escenografía de lo más potente, en la que, por cierto, las baterías -sí, porque ya es costumbre que haya varias- de Lars Ulrich salían del suelo, sonaba “The Ecstasy of Gold”, esa mítica composición de Ennio Morricone, mientras el estadio vibraba y veíamos asomarse a los miembros de la banda de a pocos. Kirk Hammett y Robert Trujillo siempre entran juntos, luego James, luego Lars. Es imposible no intentar imaginarse qué dinámica existirá realmente dentro de una banda que hace dos décadas presentaba un documental en el que exponían todo su drama. Pero da lo mismo, es parte de su mística y ellos estaban preparados.

Y así, comenzó la fiesta con “Creeping Death”, a la que le tienen pillado el punto más que un chef a hacer una tortilla. Y es que no la habrán tocado veces, no habrá vídeos en Internet de ellos tocando el tema en directo y siempre lo clavan. Impoluta manera de comenzar un show.

Luego vendría un show que a buen seguro disfrutaron los verdaderos fans. Esta no es una gira para los que sólo conocen el 'Black Album' y vienen a escuchar sus dos manidos hits -que también suenan- y poco más. Tampoco para esos que dicen que Metallica se vendió tras los tres primeros discos. Aquí va a sonar el 'Load', el 'Re-Load' y, qué pedazo de álbum, también el 'Death Magnetic' (gracias, Rick Rubin, por traerles de vuelta en aquel momento).

Tampoco falta el '...And Justice' y por eso sonó “Harvester of Sorrow”, al que siguió “Cyanide”, primer cañonazo del álbum de 2008 que tocarían. La sensación de quien escribe estas líneas es de que, en líneas generales, el grupo iba muy acompasado, aunque Lars comenzó a acelerarse en exceso según fue avanzando la noche. Lo de tocar con la claqueta no es lo suyo, pero es parte de su encanto.

Uno de los momentos a destacar fue la interpretación de “King Nothing”, seguramente uno de los temas más infravalorados de toda la discografía de Metallica por el simple hecho de estar en el 'Load'. Esta canción es la hermana pequeña de “Enter Sandman” y poco suena para lo que debería. Qué gusto poder escucharla en directo.

Y, como en todos los conciertos, también toca promocionar el nuevo disco, momento que para algunos se convierte en un bajón. Menos mal que '72 Seasons' es bueno, porque se acercaban varios cortes del redondo. El tema que le da nombre sonó primero y luego le siguió “If Darkness Had A Son”. Después, el momento más inesperado de la noche.

Tan cliché como fresco

Echábamos de menos los “doodles” de Kirk y Rob. Aún les recordamos tocando Obús, Los Nikis, Barón Rojo o hasta “El muerto vivo” de Peret. Y hubiera estado muy bien que se tocaran un chotis por aquello de estar en Madrid, pero en lugar de eso nos regalaron “un tema nuevo sólo para nosotros” que se llamaba “Sangría Brain” (puestos a caer en clichés, que el domingo toquen “Paella belly”). Nada muy reseñable, pero fue un momento amable y divertido. Ver como bajista y guitarrista se compenetran en el escenario es realmente agradable.

Después, “The Day That Never Comes” se convertía en un verdadero regalo para los oídos. Menudo corte del 'Death Magnetic'. No es intención de quien escribe estas líneas ser un disco rayado, pero se trata de otra canción terriblemente infravalorada... y hasta lamentablemente desconocida o incluso confundida.

Y volvemos a por otra del '72 Seasons', “Shadows Follow”, que precedería a la traca final. Larga, dentro de que es un concierto corto, pero directa y potente. Se acercaban los hits que tanta gente esperaba.

“Orion”, emblemática instrumental del 'Master of Puppets' nos hacía mirar al cielo y pensar en Cliff Burton. Sería genial saber qué pensaría él de todo lo que ha conseguido Metallica. Sus compañeros le mantienen vivo a través del recuerdo y de la música y este tema era el homenaje perfecto.







Manida pero perfecta

Y, ahora sí que sí, un solo de Hammett en limpio precedía a LA BALADA con mayúsculas (a buen seguro que para alegría de influencers e invitados que fueran allí sólo por FOMO, que de esos nunca faltan). ¿Manida? Hasta el aburrimiento. ¿Imitada? Por demasiados. ¿Versionada? Hasta por Shakira (qué duro). Sí, era “Nothing Else Matters” que, pese a todo, sigue consiguiendo emocionar. ¿Por qué? Pues porque al final, al escucharla, piensas en una pareja, en un amigo, en tu familia, en cualquier persona a la que quieras, y eso es lo que la hace tan especial. James lo ha dicho muchas veces, para él, ahora el tema habla de su “Metallica family” que conforman los fans de todo el mundo.

Pero el 'Black Album' no es sólo esa -y la otra, que no vamos a mencionar hasta que suene el domingo- y por eso sonó “Sad But True”. Alguien la definió, en algún momento, como la canción perfecta para ir al dentista a que te quiten una muela. Es cierto. Ese riff pesado es una delicia siempre y James la ha sabido adaptar muy bien a los cambios que el paso del tiempo ha provocado en su voz.

A todo esto, hago un pequeño alto en el texto para hablar de la escenografía y la producción. La opinión de este humilde redactor es que Metallica te conquista más por los oídos y el pecho que por los ojos, pero no será porque no te quieran dilatar las pupilas. Fuego, pelotas de esas de goma gigantes, torreones impresionantes o Robert Trujillo en una plataforma avanzando dentro del “Snake Pit” (de todos los círculos que hay en el mundo, en el que más envidia me ha dado jamás no estar). Los de San Francisco no reparan en gastos para dejarte con la boca abierta. Ojalá el sonido en las gradas del Metropolitano acopañase a lo que se veía, que no lo hace.

Sea como fuere, venía una de las mejores. “Battery” es cañera como ella sola y te atraviesa de punta a punta. Algunos casi nos partimos el cuellos sacudiendo la cabeza.

Y cuando crees que Metallica te va a dar tregua, James va y canta eso de: “Gimme fuel, gimme fire, gimme that which i desire!”. Sonaba una “Fuel” en la que, más que en toda la noche, noté que la banda iba -irónicamente- demasiado deprisa. No es que estuvieran desacompasados, insisto, pero esa no es la velocidad original del tema. Tampoco tiene por qué serlo, todo sea dicho, pero esto fue, quizás, un poquito demasiado. Aún con todo, vaya cañonazo.

¿Y cómo se cierra un buen concierto de Metallica? Pues con sus dos hits más “heavies”, como diría James. “Seek & Destroy”, única que sonó del 'Kill 'Em All' nos volvía locos antes de un apoteósico final, sin falsos bises ni juegos de ningún tipo, con “Master of Puppets”.

El domingo Metallica nos seguirá esperando. No lo tendrán tan fácil como anoche, porque su concierto coincide con la final de la Eurocopa. Va a ser un partido a tres bandas pero eso será una historia para otro día. Por el momento, Metallica se ha coronado en su primera noche en el Metropolitano.






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