Crónica de Muse en El Sardinero de Santander: la "voluntad de la gente" siempre fue escuchar rock & roll

Los ingleses vuelven a dejarnos sin palabras con un show que demuestra su estatus de leyendas vivas
  • Dara Chriss

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'Will of the People', es decir, 'La voluntad de la gente', es el nombre del último disco de Muse, y con su concierto en El Sardinero de Santander, han demostrado por qué han elegido este título. Con muy pocas bandas se puede presenciar un público tan entregado y apasionado ni un espectáculo tan completo.

Los ingleses, liderados por Matt Bellamy, subieron al escenario a las 10 de la noche, pero antes tuvimos la oportunidad de disfrutar de otras dos bandas que demostraron por qué vale la pena ver a los teloneros.

¿Te imaginas a un grupo de rock japonés tocando en el estadio del Racing de Santander? Pues ha sucedido. Resulta que los geniales ONE OK ROCK, a quienes el autor de estas líneas está escuchando en este momento, inauguraron la jornada, saliendo un poco antes de lo esperado, con un espectáculo que demostró que, como mínimo, merece la pena prestarles atención. Cuidado con ellos, porque han estado lanzando discos desde 2007 y son la prueba de que el país nipón tiene mucho que ofrecer en el ámbito musical. Se hace buen rock en Japón, aunque algunos no hayamos sido completamente conscientes de ello hasta hace relativamente poco.

Son bien conocidos los integrantes del dúo que actuó como segunda banda de la noche. Royal Blood, con perdón de la expresión, los tienen bien puestos. Rara vez se ven dúos, y menos aún con batería y bajo, que tengan un sonido tan potente e impactante. La banda, que hace algunas semanas tuvo un pequeño altercado con un público indiferente en un festival, dejó claro el motivo de su molestia aquel día.

El conjunto, formado en 2011, salió al escenario con agresividad incisiva, arrollándonos como un camión. El público, quizás el mejor elemento de toda la noche, los trató no solo con el respeto que merecen, sino con la devoción que se le rinde a un cabeza de cartel. Estos artistas no parecían teloneros en absoluto y lo demostraron creciendo cada vez más a medida que interpretaban cada una de las nueve canciones de su repertorio. Temas como "Typhoons" (2021) o "Figure It Out" (2014), siendo esta última con la que cerraron el espectáculo, podrían considerarse prácticamente himnos en estos momentos.

Lo que se había visto hasta ese momento parecía difícil de superar... y aun así se logró, y con creces. Algo cada vez más evidente es que Muse es una banda hecha para llenar estadios. No es que haya algo de malo en verlos en un festival, pero es en recintos como El Sardinero, con capacidad para unas 20.000 personas, donde realmente alcanzan su máximo potencial.

Los ingleses, que no dejaron ni un solo clásico sin tocar, no solo sonaron como una verdadera apisonadora —aunque, en palabras de mi compañero Carlos Medina, también tienen la capacidad de ser etéreos si así lo desean—, sino que complementaron todo esto con un espectáculo audiovisual que no sobraba ni faltaba en ningún momento.

El show de Muse se puede disfrutar perfectamente si pasas las casi dos horas que dura mirando las pantallas grandes. La banda siempre busca impactar, sorprender, captar nuestra atención, cada vez más dispersa, en los momentos menos esperados. Cuando el sonido acompaña, como ha sucedido en su concierto en Santander, lo logran sin esfuerzo.

No faltaron los temas que siempre nos han acompañado, como "Uprising", "Starlight", "Supermassive Black Hole", "Plug In Baby" o, el cierre perfecto, "Knights of Cydonia", ni algunas de las mejores canciones de su nuevo trabajo, como el tema que le da título o, de manera muy acertada, la canción que precedió al gran final, "Killed or Be Killed", que suena tan potente en directo como en el álbum.

Mientras tanto, hubo fuego, juegos con espejos y luces LED colgando del escenario, serpentinas, el guante de Matt Bellamy, vídeos distópicos entre canción y canción, manos gigantescas, máscaras... un conjunto de estímulos que, lejos de distraer, realzaban la música y convertían la experiencia de ver a Muse en un viaje, cuando menos, entretenido. Podríamos debatir sobre la profundidad —o la falta de ella— de su mensaje social en comparación con, por ejemplo, un espectáculo como el de Roger Waters. Sin embargo, ni hoy es el día ni este es el foro correcto para hacerlo. Porque cuando los ingleses cantan eso de "we will be victorious"... pues mira, por un momento hasta te lo puedes llegar a creer, algo que, sinceramente, no le viene mal a nadie en estos tiempos que corren.

Aun así, en esta crónica nos hemos reservado lo mejor para el final. Si algo hizo que la noche fuera mágica, fue el público. Y es que la banda responsable de 'Hysteria' cuenta, sin duda, con algunos de los fans más apasionados de todo el panorama del rock. Sin lugar a dudas, ahí radica la voluntad del pueblo. Ha habido partidos de la Champions League en los que se ha gritado menos de lo que se ha hecho con Muse en El Sardinero. ¡Incluso hubo aplausos que se manifestaron como golpes en sillas y vallas!

Hoy, los seguidores de Muse han hecho oír su voz, y su deseo, su verdadera voluntad, es que la música nunca se detenga y que el volumen siga aumentando hasta lo inimaginable.

RockFM